Con una exigencia multitudinaria de justicia se realizó el sepelio de José Antonio en donde hubo una marcha que con el ataúd en hombros realizaron cerca de 200 personas del barrio La Capilla y amigos del fallecido.
Ante el asombro de los nogalenses cientos de personas salieron como a las 15:20 horas de la funeraria y se dirigieron en cortejo fúnebre escoltados por la Policía Municipal hasta la Plaza de Las Américas, frente a la garita principal de acceso a México.
Ahí, entre lágrimas, rezos, manifestaron su repudio a la Patrulla Fronteriza, cuyos agentes asesinaron de 8 balazos a José Antonio, cuando este ya estaba en una calle dentro de México.
Los niños rodeaban el ataúd de color blanco mientras sus madres lloraban. Alguien repartió globos blancos que se usarían más adelante.
Un grupo de jóvenes discutía si colocaban el ataúd en plena calle, por los carriles de llegada a México, pero desistieron.
De pronto hicieron a un lado a todos, tomaron el ataúd y se lanzaron a caminar por las calles. La gente los siguió en dolorosa procesión. Dieron vuelta hacia la línea internacional.
Testigos desde el lado americano denunciaron que desde los techos había decenas de policías y francotiradores apuntando sus fusiles hacia la manifestación de mexicanos.
Al llegar a la línea internacional un auto tipo Van de la Patrulla Fronteriza vigilaba desde el otro lado de la calle. A la misma distancia de la que ellos mataron al menor de edad.
Uno de los jóvenes que cargaba el ataúd estiró la mano, asegurándose que lo vieran los agentes y les hizo una seña ofensiva con el dedo.
Una mujer se puso histérica y se aferró de la valla fronteriza y les gritó unas mentadas en inglés y en español. “¡Chi… tu madre!”.Otros se unieron al enojo. Personas más serias se mostraban indignados de la presencia de los patrulleros.
El penoso cortejo fúnebre llegó hasta el punto exacto donde los “Migras” mataron a José Antonio. En el lugar hay flores y veladoras. Ahí se repitió el grito de justicia, mezclado con oraciones y cantos religiosos.
Más de cien globos fueron soltados por los niños y adultos que los portaban. “!Sabemos que estás en el cielo, pero queremos justicia!”gritó una mujer.
Los hombres con rostro serio y llenos de rabia comentaban sus versiones sobre el asesinato de este menor de edad.
En la Iglesia el Padre Cayetano llamó a todos a la reflexión y les recordó que la sociedad estaba descompuesta, por lo que hay que hacer cambios cada quien en su vida.
De la Iglesia de Fátima del barrio La Capilla partieron lentamente hacia el panteón del Buen Pastor, donde se repitieron las escenas de dolor, el llanto contenido.
Taide, la abuela de José Antonio, quien lo crió los últimos años, tuvo un problema de salud, al bajársele la presión por lo que fue atendida por paramédicos que estaban con su ambulancia, sabedores de probables problemas.
Flores, dulces, que dejaron sus amibos, las donas bimbo que tanto le gustaban, lo acompañaron en su última morada; mientras que con su familia se queda el clamor de justicia que habrán de continuar.
Ante el asombro de los nogalenses cientos de personas salieron como a las 15:20 horas de la funeraria y se dirigieron en cortejo fúnebre escoltados por la Policía Municipal hasta la Plaza de Las Américas, frente a la garita principal de acceso a México.
Ahí, entre lágrimas, rezos, manifestaron su repudio a la Patrulla Fronteriza, cuyos agentes asesinaron de 8 balazos a José Antonio, cuando este ya estaba en una calle dentro de México.
Los niños rodeaban el ataúd de color blanco mientras sus madres lloraban. Alguien repartió globos blancos que se usarían más adelante.
Un grupo de jóvenes discutía si colocaban el ataúd en plena calle, por los carriles de llegada a México, pero desistieron.
De pronto hicieron a un lado a todos, tomaron el ataúd y se lanzaron a caminar por las calles. La gente los siguió en dolorosa procesión. Dieron vuelta hacia la línea internacional.
Testigos desde el lado americano denunciaron que desde los techos había decenas de policías y francotiradores apuntando sus fusiles hacia la manifestación de mexicanos.
Al llegar a la línea internacional un auto tipo Van de la Patrulla Fronteriza vigilaba desde el otro lado de la calle. A la misma distancia de la que ellos mataron al menor de edad.
Uno de los jóvenes que cargaba el ataúd estiró la mano, asegurándose que lo vieran los agentes y les hizo una seña ofensiva con el dedo.
Una mujer se puso histérica y se aferró de la valla fronteriza y les gritó unas mentadas en inglés y en español. “¡Chi… tu madre!”.Otros se unieron al enojo. Personas más serias se mostraban indignados de la presencia de los patrulleros.
El penoso cortejo fúnebre llegó hasta el punto exacto donde los “Migras” mataron a José Antonio. En el lugar hay flores y veladoras. Ahí se repitió el grito de justicia, mezclado con oraciones y cantos religiosos.
Más de cien globos fueron soltados por los niños y adultos que los portaban. “!Sabemos que estás en el cielo, pero queremos justicia!”gritó una mujer.
Los hombres con rostro serio y llenos de rabia comentaban sus versiones sobre el asesinato de este menor de edad.
En la Iglesia el Padre Cayetano llamó a todos a la reflexión y les recordó que la sociedad estaba descompuesta, por lo que hay que hacer cambios cada quien en su vida.
De la Iglesia de Fátima del barrio La Capilla partieron lentamente hacia el panteón del Buen Pastor, donde se repitieron las escenas de dolor, el llanto contenido.
Taide, la abuela de José Antonio, quien lo crió los últimos años, tuvo un problema de salud, al bajársele la presión por lo que fue atendida por paramédicos que estaban con su ambulancia, sabedores de probables problemas.
Flores, dulces, que dejaron sus amibos, las donas bimbo que tanto le gustaban, lo acompañaron en su última morada; mientras que con su familia se queda el clamor de justicia que habrán de continuar.
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